SR.
PRESIDENTE ENRIQUE PÉÑA NIETO: REQUERIMOS SU CONTRIBUCIÓN PARA QUE MÉXICO SEA UN ESTADO
REALMENTE LAICO.
“La democracia es el destino de la humanidad; la libertad su
brazo indestructible”. Benito Juárez
Al Inicio de un nuevo
sexenio en México, los cristianos evangélicos que integramos la FEDERACIÓN DE IGLESIAS
CRISTIANAS EVANGÉLICAS DE MÉXICO (FICEMEX) nos pronunciamos por pedir al Sr.
Presidente Enrique Peña Nieto su firme intervención para que México sea
realmente un país laico. YA que en los dos sexenios derechistas anteriores,
sufrimos los mexicanos una regresión vergonzosa a épocas pasadas que ya veíamos
superadas, en donde se confundieron algunas figuras políticas con monaguillos
de la religión católica romana.
LA REALIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO LAICO:
No todos los Estados
laicos oficiales lo son completamente en la práctica. En Francia y gran parte de Latinoamérica, (por ejemplo), la
mayoría de las festividades católicas
exigen que se observen por la
administración pública con días festivos.
En algunos países como España los profesores de religión católica son
asalariados del Estado, en contraste con Francia en donde las escuelas públicas no
poseen cursos de religión.
Muchos Estados que hoy en día son laicos, han tenido
vestigios legales de una religión establecida. El laicismo tiene varias apariencias que pueden
coincidir con diversos grados de religiosidad oficial. Así, en la Commonwealth, la cabeza del Estado debe haber sido coronada
según el Juramento de coronación de 1688 (Coronation Oath Act) jurando por tanto la defensa de la fe
anglicana. El Reino Unido también mantiene 26 clérigos de la Iglesia de Inglaterra conocidos
como Observadores espirituales (Spiritual Peers). El camino inverso también ocurre: de
Estado laico a teocracia,
como en el caso de Irán,
donde la secularización del Estado de la dinastía Pahlavi fue reemplazada por la República Islámica.
LA AMBICIÓN DESMEDIDA
DE LOS CURAS EN MÉXICO:
Costa Rica, actualmente es un Estado confesional ya
que así se reconoce en el apartado 75 de la Constitución de 1949 en
la cual se consigna a la religión católica, apostólica y romana como la estatal
y que asegura que el gobierno y el Estado contribuyen a su mantenimiento, pero
asegurando la libertad de culto, siempre y cuando no se opongan a “la moral
universal ni las buenas costumbres.
La jerarquía romana, sueña con que así como en Costa Rica pos
curas pueden entrar oficialmente a las escuelas públicas e impartir las doctrinas
de la religión católica, así suceda también en México. De hecho, en el fondo
ese es el preludio con la tan polémica reforma al Artículo 24 de la
Constitución.
No se trata solamente de tener libertad para expresar
públicamente la religión que cada quien profesa, si es que la profesa; sino que
en lugares públicos, (léase escuelas públicas) los curas puedan instruir a los
niños y jóvenes con sus dogmas religiosos.
Si el PAN hubiera logrado mayoría en el Congreso, ya la letra
de los artículos III y 130 serían parte de la antigua Historia de México. Pero
para fortuna de los mexicanos, por ahora ese partido pro-católico en sus raíces
no logró uno de sus más codiciados sueños.
De allí que el clero político, mire hacia el nuevo régimen priista
con la esperanza de lograr con los extraños de ideología, lo que no logró con
los de casa.
Esa es la encrucijada de fondo, Sr. Presidente Peña Nieto. Usted
declaró que profesaría su fe de manera reservada mientras fuese Presidente de
la República. Eso no basta. Es necesaria que su postura respecto del ESTADO
LAICO que marca nuestra Constitución no sea pisoteada de facto como lo fue por
sus dos antecesores inmediatos.
UNA REFLEXIÓN DE LAICIDAD:
Roberto Blancarte, tradujo y escribió el prólogo de la obra Nuestra
Laicidad Pública,
publicada por el Fondo de Cultura Económica profesor Émile Poulat (quien
cumplió ya sus 92 años y sigue lúcido como siempre).
Este libro aborda un
tema puntual: el de la construcción de un régimen, que nosotros llamamos de
“laicidad” y que sustituye a otro que era uno de “catolicidad”. Como dice el
maestro: “Hoy, la laicidad de derecho [es decir la que acabamos de fortalecer,
introduciendo dicho principio en nuestra Constitución], es el régimen que nos
permite regular una laicidad de hecho, la cual es cada vez más nuestra
situación común y, por lo mismo, desarmar una laicidad de combate en una
sociedad que no ha rehecho su unidad espiritual”. Como sostiene Blancarte en el prólogo de esta obra, más allá de o “sin
caer en el activismo laicista”, Poulat entiende el papel de la laicidad y la
importancia de la misma, no para flexibilizar principios, sino para conciliar
reivindicaciones: “El ideal de una sociedad laica —dice Poulat— no es por lo
tanto una neutralidad perfecta bajo el signo de la abstinencia antes los
asuntos importantes y los sujetos en riesgo; no está para conciliar los
principios sino las reivindicaciones, cada una de las cuales, en el extremo,
amenaza el principio mismo de su existencia. Debe establecer y mantener la ley
de las partes entre sí, frente a cualquier grupo, de cualquier individuo que no
quiere sino su interés propio, a nombre de la verdad que profesa o que cultiva”.
Las Leyes de Reforma, emitidas por Benito Juárez,
contemplaba ya, la libertad de culto, sepultando así el régimen confesional de
los gobiernos mexicanos, que el peso y la astucia del clero, al ver que la
Independencia de México era un hecho irreversible, se apuró en incorporar en la
primera Constitución que este país sería católico romano y que su presidente
debería de serlo también.
Aunque uno de los primeros actos de gobierno de
Vicente Fox haya sido remover el cuadro
de Benito Juárez en los Pinos, hoy por hoy, una de las figuras más
significativas de nuestra historia, lo sigue siendo Benito Pablo Juárez García, quien dedicó su
vida a crear y transformar las instituciones públicas y a lograr el
reconocimiento de las libertades y derechos ciudadanos. Antes del
siglo XX, muchos países eran un Estado confesional, y reflejaban en sus
respectivas constituciones, o por decreto del monarca, que el Estado reconocía una religión oficial, aunque
otras religiones se permitieran practicar libremente. No era raro que el clero
interfiriera en asuntos de Estado (ni que el Estado interfiriera en los asuntos
eclesiales, por ejemplo, en la elección de obispos, o vetar al Papa elegido por
el Cónclave, tema en el que abundo en mi libro La Gloria Falaz del Papado
segunda edición 2012).
RECAPITULANDO:
Hoy en día, la mayor parte de los Estados se declaran
aconfesionales o laicos, sobre todo tras la Revolución Francesa.
Un Estado laico trata a todos los ciudadanos por igual, tanto a los creyentes de cualquier religión
como a los no creyentes
Un estado es laico cuando ningún organismo religioso puede
intervenir en los asuntos públicos, sin que ello signifique que los ciudadanos
no puedan profesar la religión que sea de su agrado. Es decir, el estado laico
y la libertad de religión no están peleados.
En un sentido estricto la condición de Estado laico supone la
nula injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno del mismo, ya sea, en el poder legislativo, el ejecutivo o el judicial. En un sentido laxo un Estado laico es aquel que
es neutral en materia
de religión por lo que
no ejerce apoyo ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o
confesión religiosa. Es importante
señalar que no todos los Estados que se declaran laicos lo son en la práctica.
Pero las prebendas que los curas tienen en México, por
ejemplo para que con el erario de la nación se restauren y se conserven
edificios religiosos, ponen al Estado Mexicano en servidumbre de la religión
católica.
La Iglesia Católica mexicana o en México, tiene antecedentes
de peso, innegables e irrefutables de su intromisión en los asuntos del Estado.
Desde el establecimiento en dos ocasiones de un imperio, la excomunión a los
que juraran guardar la constitución de 1857, la simulación a conveniencia con
la dictadura de Porfirio Díaz, el apoyo al golpe de Estado y asesinato del
presidente Francisco I. Madero, el complot y asesinato del presidente Álvaro
Obregón, la llamada Guerra Cristera que el clero usa como símbolo de la
persecución que han sufrido los que desde siempre han sido perseguidores, en
fin. Jamás el clero católico ha dejado de lado su proyecto de establecer un
Estado confesional en México, por más que sus jerarcas afirmen que su función
es meramente espiritual. Eso sencillamente nadie lo creemos. Lo más sano para
nuestra joven democracia será seguir manteniendo la separación entre Iglesias y
Estado, que no LA IGLESIA Y EL ESTADO.
Aun los medios de comunicación deben re educarse para no
cometer el error de poner encabezados como LA IGLESIA APOYA tal y cual…¿Cuál
Iglesia? En México no existe una iglesia, existe una variedad de iglesias
(afortunadamente).
SR. PRESIDENTE PEÑA NIETO:
Pedimos de manera atenta, respetuosa, pero firme que la ley
de Asociaciones Religiosas y Culto Público no sea parcialmente nulificada por
la actual reglamentación de la misma que contradice en varios puntos, el
espíritu de nuestra Carta Magna y da pie a mayor persecución religiosas de los
grupos religiosos minoritarios, particularmente grupos de cristianos
evangélicos en los ámbitos rurales.
Pedimos que sean removidos el director general de Asociaciones
Religiosa y sus directores de área en virtud de que esa dependencia ha caído en
una actitud burocrática enfermiza y tiene un trato de menosprecio desmedido a
quienes tenemos la necesidad de acudir a sus ventanillas. Debe llegar un tiempo
nuevo en esta dependencia con el espíritu que le impusieron sus primeros
directores a partir de 1993.


